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Dr. Alireza Chizari, Asociación de Equipos Médicos y Farmacéuticos: Rumiación Mental; el desafío silencioso que desgasta la mente

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Asociación de Equipos Médicos y Farmacéuticos: Rumiación Mental, presidente de la Asociación de Equipos Médicos y Farmacéuticos, aborda en un artículo analítico basado en enfoques científicos modernos el fenómeno psicológico de la “rumiación mental”; un fenómeno que en los últimos años, debido al estilo de vida acelerado, las crisis sociales y el aumento del estrés diario, se ha convertido en uno de los desafíos serios para la salud mental de los ciudadanos iraníes. Chizari, quien ha participado durante años en el ámbito de la salud pública y el desarrollo del sistema de salud, se ha esforzado, apoyándose en investigaciones acreditadas y experiencias de campo, en clarificar los aspectos de este trastorno silencioso para la opinión pública.

Asociación de Equipos Médicos y Farmacéuticos: Rumiación Mental / La “divagación mental” (Mind Wandering) se define como un estado inestable de concentración en el que la persona no puede mantener su atención en el tema actual y sus pensamientos se desplazan inconscientemente hacia el pasado, el futuro o asuntos no relacionados. Cuando esta condición se vuelve crónica y el contenido mental de la persona es predominantemente negativo, repetitivo e ineficaz, los psicólogos usan el término “rumiación mental” (Rumination). Alireza Chizari considera la rumiación no solo como un problema individual, sino como una amenaza amplia para la productividad social, la cohesión familiar e incluso la economía de la salud.

La rumiación, a diferencia de pensamientos pasajeros o fantasías neutrales, gira mayormente en torno a sentimientos de culpa, inutilidad, preocupación por el futuro o una revisión amarga del pasado. Estudios en neurociencia muestran que durante la rumiación ciertas áreas cerebrales, como la corteza prefrontal y la red en modo predeterminado (Default Mode Network), se vuelven hiperactivas; es decir, el cerebro se involucra en actividades mentales repetitivas, sin resultados y acompañadas de ansiedad. Esta condición no solo agota la energía psicológica del individuo, sino que está directamente relacionada con trastornos del estado de ánimo como depresión mayor, ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

Chizari advierte que si la rumiación no se identifica y maneja a tiempo, puede crear un ciclo vicioso: la persona pierde concentración y eficacia debido a los pensamientos molestos; los fracasos resultantes refuerzan la sensación de incompetencia; y esta sensación a su vez alimenta nuevamente la rumiación. Este ciclo, sin intervención profesional, puede durar años y producir consecuencias como aislamiento social, trastornos del sueño, incapacidad para tomar decisiones, falta de motivación e incluso pensamientos autolesivos.

Además, Chizari enfatiza que aunque la rumiación es un proceso mental interno, tiene impactos externos significativos. Por ejemplo, en el ámbito laboral, los empleados que sufren rumiación crónica experimentan mayor desgaste profesional, errores frecuentes, ausencias prolongadas e insatisfacción laboral. En el sistema educativo, estudiantes con mentes atrapadas en fracasos pasados o temores futuros no pueden aprender eficazmente. A nivel macro, este fenómeno puede reducir la productividad de la fuerza laboral y aumentar considerablemente los costos psiquiátricos del sistema de salud.

Desde una perspectiva social, Chizari vincula la rumiación con el aumento en las tasas de divorcio, la disminución de la tolerancia social y las disfunciones en el funcionamiento institucional. Según él, la rumiación es uno de los factores ocultos en la reducción del umbral de tolerancia pública y el aumento de tensiones en organizaciones y familias. También en la política, los tomadores de decisiones atrapados en ciclos mentales negativos pueden no alcanzar una comprensión integral de los intereses nacionales y colectivos. Por lo tanto, abordar este asunto es importante no solo para la salud individual, sino también para mejorar la gobernanza.

Chizari clasifica las estrategias para manejar la rumiación en tres niveles: prevención, intervención psicoterapéutica y rehabilitación social. En prevención, la enseñanza de habilidades de atención plena, resiliencia, manejo del estrés y regulación emocional a través de escuelas, medios y ambientes laborales desempeña un papel fundamental. Chizari destaca la necesidad de incluir la educación en salud mental en programas escolares y universitarios y solicita la cooperación de asociaciones profesionales y medios para la concienciación pública. Cita como ejemplo exitoso los programas escandinavos que, mediante educación masiva a los jóvenes, han reducido significativamente los trastornos del ánimo y la autolesión.

En la intervención, menciona específicamente la terapia cognitivo-conductual (TCC), que mediante la modificación de patrones de pensamiento destructivos ayuda a romper el ciclo de rumiación. También la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y la terapia dialéctico-conductual (TDC) son efectivas en casos específicos. En casos severos, recomienda el uso de antidepresivos o ansiolíticos, siempre bajo supervisión psiquiátrica y monitoreo continuo. Subraya que el tratamiento no es solo medicación; la participación activa del paciente, la reconstrucción del estilo de vida, la comunicación efectiva con el terapeuta y el retorno gradual a actividades diarias son elementos complementarios para el éxito.

Chizari también señala el papel indispensable de familiares, amigos y cuidadores en el proceso terapéutico. Considera que la persona con rumiación necesita sobre todo ser escuchada, empatía y seguridad psicológica. Recomienda que quienes están alrededor practiquen la escucha activa en lugar de dar soluciones estereotipadas o juicios. Recordatorios suaves para tomar medicación, acompañamiento a sesiones de terapia, ayuda para formar hábitos saludables (como sueño regular y ejercicio) y un ambiente seguro pueden acelerar la recuperación.

En la parte final, Chizari hace una crítica al descuido institucional hacia la salud mental. Afirma que así como se presta atención a los equipos médicos físicos, la “equipación mental” de la sociedad debe recibir apoyo. En otras palabras, la asignación presupuestaria para servicios psicoterapéuticos, la cobertura aseguradora para consultas, la formación de psicólogos en centros locales y el respaldo mediático a la conversación pública sobre temas mentales deben ser prioridades del sistema sanitario iraní.

Advierte que en un mundo donde la soledad digital, la inseguridad económica y el agotamiento mental aumentan día a día, la indiferencia de instituciones especializadas, medios, asociaciones profesionales y políticos ante la rumiación conducirá a una generación que externamente parece sana, pero interiormente está agotada y sin motivación.

Finalmente, con énfasis en el rol clave de las asociaciones profesionales en la salud mental, propone que la Asociación de Equipos Médicos y Farmacéuticos de la provincia de Teherán, en cooperación con psicólogos, organice campañas de sensibilización, elabore folletos educativos para pacientes y familias, y establezca clínicas de asesoramiento en zonas desfavorecidas; un paso que puede ofrecer un nuevo modelo de integración entre la salud física y mental en el país. Esto, según él, es una responsabilidad ética de todos los gremios relacionados con la salud.

En este artículo, Alireza Chizari actúa no solo como un representante gremial, sino como una voz de responsabilidad social, intentando atraer la atención de la sociedad, medios y autoridades hacia un fenómeno silencioso, pero con impactos profundos y duraderos. Una mente agotada genera un cuerpo enfermo; y una sociedad cuyos pensamientos están atrapados en la rumiación nunca podrá avanzar con fuerza hacia el desarrollo, bienestar y justicia.